V aniversario de Malix Editores y presentación de "La mujer violonchelo"
Malix Editores festeja su V aniversario con la presentación de la novela La mujer violonchelo de Luis Fernando Redondo y la quinta edición de la memoria colectiva Ladro, luego escribo.
Al finalizar 2023, Malix
Editores cumplió cinco años de haber iniciado con sus talleres de escritura
creativa. En estos cinco años hemos participado en diversas ferias de libro,
hemos realizado eventos para promover la lectura, hemos publicado ya siete libros
colectivos: cinco Ladro, luego escribo, con más de cuarenta autores
diferentes; Thor, un libro de breves narraciones para iniciarse en la
lectura y Los placeres prohibidos, el resultado del taller sobre
pornografía de Naief Yehya.
Sumado a eso en
nuestro sello editorial hay más de cincuenta títulos de autores independientes.
Esto nos ha hecho recapacitar sobre nuestra labor, sobre lo qué hacemos bien y
lo que podemos hacer mejor. Dicha reflexión nos llevó a escribir un manifiesto basado
en Manifeste du surréalisme, de André Breton; Los ocho Pilares de la Paz
Positiva; El proyecto de Escucha
Compasiva, de Mauricio Meschoulam y en la frase de Gene Knudsen Hoffman: “Un
enemigo es aquel cuya historia no hemos escuchado”.
En esta edición
del nuestro quinto aniversario compartimos nuestro manifiesto; en él va nuestra
razón de ser, el alma de Malix Editores y todos los escritores que forman parte
de esta gran familia.
Sigue el conejo blanco
Mariel Turrent
Desde la primera vez que leí a Luis Fernando Redondo supe que vivía para
narrar. Su vida entera no sería tan interesante sin la palabra escrita. En ella
se desenvuelve con tanta libertad que intimida a cualquiera. El lenguaje es su
pasión a la vez que su obsesión; es un incansable buscador de nuevas formas, de
ideas diferentes, de innovaciones lingüísticas y estructurales. Un narrador
personaje que sigue al conejo blanco de su instinto hasta perderse en la
ficción de sus propios recuerdos.
Conocí a Luis Fernando en
un taller de novela dirigido por David Miklos al que cordialmente Cecilia
Carranza me invitó. Desde el primer momento me di cuenta de que Luis es un
escritor serio. Escribía historias conmovedoras y como un artesano del lenguaje
las iba tejiendo.
Lo invité al taller de
Malix Editores y fue entonces que empezó a aventurarse en los ejercicios
semanales y perdió el piso. Se olvidó de aquel relato serio que estaba contando
(y que tendrá que terminar algún día, por supuesto), y se convirtió en un
vicioso de la idea espontánea, al punto de pasar noches en vela mezclando
fantasías y realidades para crear un mundo verosímilmente inverosímil en el que
una serie de personajes empezaron a aparecer, involucrándolo en una historia
que cada semana lo sorprendía con un capítulo diferente. Así surgió La Mujer
Vilonchelo.
Yo fui conociendo esta
novela por retazos, no solo por las lecturas que realizábamos en las tardes de
taller, sino porque atraída por sus narraciones me lancé a conocer Montiel y el
Kurriri, y ahí mismo conviví con algunos sorprendidos personajes que me
contaron emocionados cómo, a través de la pluma de Luis Fernando estaban
inmiscuidos en vidas paralelas. Debo confesar que, al leerla de un tirón, es
decir, como una sola historia me volvió a sorprender. La forma en la que todo
se relaciona y va cobrando sentido es digna de un orfebre. Nada falta y nada
sobra, todo eso que, en un principio, parecían piezas sueltas, fueron encontrando
su sitio como en un gran rompecabezas en el que va apareciendo la imagen maravillándonos.
Los deseos, los miedos y anhelos del ser humano, se ven retratados en sus
personajes originales. Con humor cuenta los vericuetos del amor y los
malentendidos del alma. Un viejo que escapa, un sombrero que se esfuerza por
protagonizar la historia, rodando de mano en mano, hombres y mujeres enredados
en relaciones que el azar les propone. El final me parece esperanzador, y la
nota del editor nos eleva hasta el punto de que nos hace lograr un
entendimiento que trasciende las simpáticas anécdotas. La mujer violonchelo es uno de esos
libros que te invitan a seguir al conejo blanco, pues al terminar sabes, que todo
valió la pena.
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