Buscando a Casasola
por Roberto Quiroz Tan pronto terminé la cuarta entrega, decidí no esperar al escritor y me propuse encontrar a Casasola por mi cuenta. Había leído las casi novecientas páginas de la saga llenándolas con anotaciones y preguntas, e incluso me había atrevido a señalar algunas imprecisiones. Había consultado toda la bibliografía sugerida y un tanto más por mi cuenta. Tenía también una bitácora detallada con todos los movimientos y lugares que el periodista ─y personaje principal de las novelas de Bernardo Esquinca─ había visitado: lo mismo lugares emblemáticos de la Ciudad de México que sus callejones oscuros y abominables. Conocía varios de ellos y me había convencido de que el escritor había disfrazado de ficción una invitación para continuar un camino que él mismo ya había recorrido. Todo me resultaba tan claro que, tras redactar mis últimas observaciones, reservé el siguiente vuelo a la capital. Aprovecharía, además, que era Semana Santa, una época en la que sus habitan...